Por las características de su mecanismo, que depende del movimiento humano, los relojes automáticos necesitan unos cuidados especiales para su correcto mantenimiento. Dependiendo de la marca, podremos encontrarnos con mecanismos capaces de aguantar varios días funcionando sin necesidad de ningún cuidado extra o piezas que, tras unas horas sin uso, se detienen por completo.
Siempre en movimiento y en concesionarios oficiales
Al contrario de lo que ocurre con las maquinarias de cuarzo, cuyo funcionamiento depende de una pila, es recomendable que los relojes automáticos estén parados el menor tiempo posible. En el caso de que tengas previsto dejar de usarlo durante varios días, existen cajas para guardar este tipo de piezas cuyo mecanismo permite mover al reloj en su interior, evitando que se detenga por completo.
En lo referente a las reparaciones, los fabricantes recomiendan que únicamente se acuda a concesionarios oficiales de la marca. La explicación de que tengan que tratarse en talleres oficiales, además de por la garantía, se debe al hermetismo de las piezas. Muchos de ellos son resistentes al agua y en el momento en el que se abre la caja para manipularla, el hermetismo se pierde y en la mayoría de los casos solamente se puede volver a conseguir en la propia fábrica.
Cuidado con los golpes y los cambios de temperatura extremos
Además de por los posibles daños físicos, las maquinarias automáticas son especialmente sensibles a los golpes bruscos, así como a los cambios de temperatura. El interior de este tipo de piezas está diseñado al milímetro, por lo que un golpe más fuerte de lo debido puede provocar que las piezas de su interior se muevan y cambien de posición, provocando que el resto del engranaje no funcione y se termine parando.
En cualquier caso, es conveniente que nuestros relojes pasen una revisión periódica cada dos años, en la que un experto se cerciore de que todo está correcto y realice las pequeñas correcciones habituales que sufren como consecuencia del paso del tiempo.
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