La única manera de no hacer daño a tu reloj es depositándolo en una urna de cristal a salvo de polvo, sol y humedad. Pero, a no ser que hayas heredado un rara avis de coleccionista, no merece la pena. Nadie se compra un reloj para no ponérselo. Aunque desde el momento en el que se cuelga de una muñeca corre sus riesgos y, por ello, es esencial que sepas cómo cuidar un reloj en la mayor medida de lo posible.
Cómo cuidar un reloj para que parezca recién comprado: no lo sometas a caída libre
El lance más común, sin duda, es un choque accidental. Una caída libre de más de un metro, con la velocidad que conlleva, puede suponer una mera abolladura o daños dentro de la caja, más o menos graves según la posición que haya adoptado la pieza al caer.
“Cada golpe se transmite al interior de distinta manera y con diversas consecuencias, que pueden ir desde el descentrado de la esfera o las agujas a la deformación de la espiral o a roturas en casos extremos. Un golpe sobre la corona o el pulsador crea una deformación que impide su normal funcionamiento y perjudica la estanqueidad del reloj, lo que permite que pueda penetrar el agua”, señala un portavoz de la marca suiza Oris.
Las mejores firmas de la industria relojera destinan parte de sus recursos a la investigación sobre nuevos materiales, pero no inciden tanto en su dureza como en otros aspectos. Lo explica Ángel Mouton, relojero de Wempe Joyeros. “Las que trabajan con metales más modernos, como fibras de carbono especiales, se centran más en el peso (que cada vez sean más livianos) y en cómo va a envejecer el material. La máquina y el diseño son hoy lo más importante”.
Lo mismo te da que tu reloj sea de oro que de acero (el material estrella actualmente) a la hora de recibir un golpe, según este experto. Sí, el acero y el platino son más duros, y la depresión que se produzca en su superficie será más discreta que en uno de oro, pero a nivel mecánico el impacto se lo llevan igual.
“El reloj no está diseñado para soportar golpes, aunque sorprende cuánto llegan a aguantar. De manera inconsciente, los clientes cuidan más los de oro. Los de acero envejecen mejor, pero como se usan a diario se arañan mucho”, comenta Mouton.
Por suerte, todos los materiales se pueden pulir, aunque no conviene abusar de esta práctica. “Si bien en el servicio técnico pueden restaurar su estado original, con cada operación de pulido se elimina parte del material de la caja, lo que puede ocasionar que se deterioren los perfiles y dimensiones del reloj con los años”, dicen en Oris.
Cómo cuidar un reloj para que parezca recién comprado: ante la duda, fuera del agua
Otro enemigo número uno de un reloj es el agua. Quizás sea también el elemento que más quebraderos de cabeza genera a los aficionados a los relojes. Porque, dependiendo de la calidad de la pieza, de la construcción de la caja, la corona y los pulsadores y del estado de las juntas, podemos fiarnos más o menos de la estanqueidad recomendada por el fabricante, que suele estar indicada en la parte trasera de la caja, expresada en metros, bares o atmósferas (1 bar = 1 atm = 10 m).
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