Aunque relojes inteligentes no gozan de la popularidad de los smartphones, cada día más usuarios se lanzan a probar estos wearables que nacieron bajo la promesa de sustituir al teléfono móvil pero que a día de hoy todavía son un complemento, salvo alguna excepción notable.
Este artículo no trata de ser una guía de compra al uso limitado a especificaciones puras y duras, sino que intentaremos reflexionar sobre qué es importante a la hora de comprar un reloj inteligente para que nos dure lo máximo posible teniendo en cuenta cómo evoluciona el sector y los modelos que podemos encontrar en el mercado.
Antes de nada: ¿reloj inteligente o pulsera de actividad?
Desde los míticos relojes Casio con calculadora hasta los Sony Smartwatch y Pebble Original, ambos nacidos en 2012, parecía claro que iban a ser los relojes los wearables en llevarse el gato al agua.
Poco después, emergían proyectos como la Nike+ Fuelband y sobretodo Jawbone y Fitbit con su amplio catálogo de pulseras. En Xataka comenzábamos a experimentar con esos modelos pioneros. La balanza parecía que caía hacia el otro lado.
En 2014 se presentó el Apple Watch y dos años después, ya era el segundo wearable de muñeca más vendido solo por detrás de Fitbit. El cerco se estrechaba. Tampoco podemos olvidarnos de la superventas Mi Band de Xiaomi.
La pregunta es clara: ¿pulseras de actividad o relojes inteligentes? Si hace años la impresión era que solo podía quedar uno, en el contexto actual parece que el mercado tiene acogida para las dos propuestas, teniendo en cuenta que se dirigen a públicos distintos con diferentes necesidades y expectativas.
Con lo anterior en mente, lo primero que debemos pensar es qué esperamos de nuestro futuro wearable: ¿lo queremos para controlar nuestra actividad física diaria y animarnos a llevar una vida más activa? ¿quiero poder dejar mi smartphone en casa y seguir conectado a través de mi wearable de muñeca? ¿necesito poder interactuar con él para responder a notificaciones? ¿quiero oir música con él?
Como sucede con otros dispositivos como ordenadores o smartphones, las gamas más altas soportan mejor el paso del tiempo al integrar componentes más potentes, mayor conectividad y en general, un soporte más dilatado en forma de actualizaciones. Aunque nuestros gustos y necesidades pueden variar con el tiempo, tener claro estos parámetros nos ayudarán a decantarnos entre un reloj inteligente o una pulsera de actividad y modelos concretos.
La Xiaomi Mi Band 6 no es perfecta, pero su relación calidad precio la hacen muy atractiva
No obstante, el de los wearables es un mercado en expansión y todavía son muchos los que están dubitativos sobre si necesitan un smartwatch o pulsera de actividad, cómo será su experiencia de uso y si merece la pena. En estos casos, una buena idea es un modelo de entrada. En mi caso (y en el de mucha gente), comencé con las Mi Band de Xiaomi (44 euros), cuya predecesora fue elegida como la mejor pulsera de actividad según nuestra comparativa práctica.
Un modelo sencillo que ha ido ganando funciones y mejorando pantalla con el paso de generaciones, pero que sigue siendo básico. A mí se me quedó corto en poco tiempo, pero hay otros usuarios que se han quedado satisfechos y que no buscan más. En ambas situaciones la sensación es satisfactoria, ya que se trata de un wearable con un importe más que asumible para todo lo que ofrece.
Otro modelo que nos gustó mucho por su alta relación entre prestaciones y coste, así como lo acertado de su diseño deportivo y la inclusión de sensórica poco frecuente en este tipo de wearables para permitir estimar el nivel de oxígeno en sangre fue la Honor Band 5 (35 euros), que ya ha dado paso a una nueva generación mejorada, la Honor Band 6 (39 euros)
En general, las pulseras son dispositivos más simples y minimalistas restringidos a registrar nuestra actividad y notificarnos de ciertos eventos que suceden en nuestro smartphone, como por ejemplo las llamadas. Son más livianos y con mayor autonomía que los relojes inteligentes. Si por el contrario buscamos un wearable con una interfaz más amigable y completa para interactuar y mayor funcionalidad, entonces los relojes de actividad son nuestro gadget.
En nuestro análisis también dejamos fuera otro dispositivo de muñeca completamente diferente como son los relojes deportivos con GPS, dispositivos centrados en la medición de nuestra actividad física con precisión que proporcionan métricas con precisión y donde el GPS es clave.
Diseño y materiales
Smartwatches híbridos donde prevalece la estética. Modelos de Michael Kors y Hugo Boss
En lo referente a diseño, en los relojes inteligentes se puede distinguir dos vertientes claras: relojes inteligentes cuyo principal reclamo es la estética, de marcas de moda como Michael Kors (315 euros) o Emporio Armani (369 euros) y los de estética deportiva, más abundantes y con mayor funcionalidad. La sensación en este sentido es que existe una dicotomía entre diseño y prestaciones.
Esta divergencia entre los modelos casual y los deportivos también se observa en los materiales: aquellos modelos más "de vestir" emplean materiales tradicionales como el acero o el cuero. Por su parte, en los modelos deportivos encontramos plástico en la gama más asequible y aluminio, cerámica y silicona en aquellos más caros.
La dicotomía entre diseño y prestaciones en los relojes inteligentes parece disolverse progresivamente
Algunos fabricantes como Samsung, Apple o Huawei han visto un nicho de mercado justo en el centro, lanzando modelos a caballo entre lo casual y lo sport que combinan lo mejor de uno y otro. Se trata de relojes inteligentes con un diseño sobrio y materiales tradicionales como el cuero o el acero, pero con las mismas características que los modelos deportivos. En este apartado destacan el Samsung Galaxy Watch 3 (250 euros) o el Huawei Watch GT2 Pro (193 euros), una vuelta de tuerca en diseño para los usuarios que buscan algo más premium
Otra opción para dotar de un aspecto más personal y actualizar su apariencia son los accesorios como correas y esferas, algo en lo que profundizaremos más adelante. En este sentido, es importante comprobar cómo es el sistema de fijación de estas. Con aquellos que comparten con los relojes tradicionales tendremos la seguridad de que pase lo que pase (por ejemplo, que dejen de dar soporte al reloj o que cambien de estándar), siempre podemos poner una correa estándar. En caso de que su sistema de fijación de correas no sea el clásico, mejor decantarse por modelos populares que por aquellos minoritarios.
Finalmente prestaremos atención a la resistencia, una cualidad relacionada con los materiales. Si buscamos un modelo que dure muchos años, las cajas de cerámica o metal soportan mejor el uso y desgaste diario, arañazos y golpes incluidos
Tamaño, tipo y forma de la pantalla
Al margen de la estética, las cajas de los relojes inteligentes también pueden adoptar dos formas geométricas: con diseño cuadrado, como el Apple Watch, Fitbit Sense (y la familia Versa) o la familia Bip de Amazfit, y circular como los Galaxy Watch de Samsung, los Watch GT de Huawei o los MagicWatch de Honor.
Para gustos, los colores. Sin embargo, una pantalla mayor permite una lectura y una interacción superior a un panel de dimensiones reducidas. Si bien nuestra muñeca también tiene algo que decir al respecto, y es que aquellos usuarios con brazos finos encontrarán difícil dar con smartwatches cuyas dimensiones no se disparen de los 40 milímetros, con excepciones populares como el Fitbit Versa 3 (187 euros).
Además, también encontramos diferentes tecnologías de pantalla. Mientras que las gamas más altas apuestan por el OLED, también encontramos paneles de tipo LCD. Así, Apple emplea OLED con un brillo muy alto para mejorar la visualización en condiciones variables. Como sucede con sus teléfonos móviles, Samsung apuesta por el AMOLED en sus Galaxy Watch con pantallas circulares de 1,2-1,4 pulgadas. Huawei y Honor también emplean este tipo de paneles, aunque alcanzando los 1,39 pulgadas. Fitbit se decanta por el LCD con la popular diagonal de 1,4 pulgadas.
Por su parte, Xiaomi también juega con esa distribución por gamas, empleando paneles LED transflectivos de 1,28" sus asequibles Amazfit Bip y sube al OLED para los Amazfit GTS 2 (129 euros), Amazfit GTR 2 (134 euros) o el deportivo Amazfit T-Rex (74 euros). Como vemos, es en la pantalla es donde más divergencia existe entre los fabricantes.
En este sentido volvemos al clásico "enfrentamiento" OLED vs LCD que encontramos en smartphones y televisores, pero trasladado al smartwatch.
El OLED por un lado ofrece mayor brillo y contraste, permitiendo diseñar modelos más delgados, ligeros y que aprovechen todo el frontal de la pantalla, además su consumo energético es inferior. Por su parte, el LCD es más barato de montar y fabricar, su durabilidad es mayor en cuanto a que la degradación del OLED es más rápida y, ojo porque esto es importante en el gadget que nos ocupa, en general el LCD ofrece un tono más uniforme variando el ángulo de visualización.
Entonces, ¿OLED o LCD? Aunque el LCD tiene mucho que decir aún, la industria del smartwatch sigue a la del smartphone en esta elección y allí el OLED es el presente y el futuro. La clave está en apostar por un punto medio, es decir, por un panel OLED mejorado atendiendo a situaciones de luz o ángulo de visualización variable.
Si buscamos un modelo que soporte bien el paso del tiempo en cuanto a durabilidad, la empresa Corning, popular por sus vidrios protectores para smartphones, también fabrica compuestos de vidrio especialmente resistentes para smartwatches.
Aunque existen modelos con Corning Gorilla Glass 3, sus compuestos de vidrio más actuales y resistentes destinados a relojes inteligentes son los Gorilla Glass DX y Gorilla Glass DX+, dos materiales con propiedades antirreflectantes que aportan dureza y resistencia a la esfera y que encontramos en relojes como el Samsung Galaxy Watch.
Software y ecosistema
Un aspecto fundamental en los relojes inteligentes es la interfaz, esto es, la forma en la que interactuamos con el wearable. Aunque el tamaño de la pantalla pueda resultar grande a nivel estético, manejarnos en esas dimensiones puede convertirse en algo farragoso. Por este motivo se opta por trasladar parte de la experiencia al teléfono móvil, emplear botones laterales o incluso asistentes de voz, como es el caso de Siri para Apple Watch y Google Assistant en los smartwatches con Android Wear.
De forma general se ha logrado una experiencia fluida e intuitiva que seguirá mejorando, sin embargo sigue habiendo asuntos pendientes en todos ellos como la gestión de la mensajería. Y es que el proceso de transcripción de voz a texto sigue siendo poco eficaz.
A diferencia de lo que sucede en los smartphones, donde Android coexiste con iOS, en el terreno de los smartwatches reina la heterogeneidad. Así, las principales propuestas (que no únicas) en software son WatchOS para los dispositivos Apple, Tizen para los Samsung, Lite OS para Huawei, Amazfit OS para los Amazfit de Xiaomi, Fitbit OS para dispositivos Fitbit y Android Wear OS para wearables de marcas de moda y otros fabricantes Android, que en los últimos tiempos parecen haber dado un paso al lado en la carrera del reloj inteligente.
Esta heterogeneidad es el resultado de un mercado incipiente e inmaduro que debe hacernos reflexionar antes de comprar un smartwatch de una marca u otra. Como en su momento sucediera con los smartphones, donde propuestas como la del todopoderoso Microsoft adaptando Windows al teléfono fracasaron, es previsible que también haya cambios de timón inesperados en los smartwatches. Sin ir más lejos, Huawei ha pasado de integrar Wear OS en sus Huawei Watch 2 de 2017 a dar el salto al opensource LiteOS en sus últimos lanzamientos.
En todo caso, se observan dos patrones diferenciados: la propuesta de Android Wear OS como plataforma "universal" para que los fabricantes creen sus respectivos relojes olvidándose del software y la de otros con Apple a la cabeza como líder del sector, que desarrollan tanto software como el hardware.
En este sentido, elegir un smartwatch Android Wear nos asegura emplear un sistema operativo con una amplia comunidad de usuarios y fabricantes y el soporte de Google, que además no nos limite a la hora de adquirir otros dispositivos. Eso sí, esta flexibilidad también tiene su cara B, ya que no todos los fabricantes adoptan las actualizaciones y a veces las actualizaciones llegan tarde y poco adaptadas a las características del modelo.
Sin embargo, si somos usuarios de teléfonos de Samsung, Huawei o iPhone, adquirir un smartwatch de estas marcas nos proporciona una experiencia de usuario más cerrada a nuestros dispositivos. Pero como ya hemos visto con los smartphones, puede ser una decisión arriesgada.
Si hay que tomar una decisión, apostar por un ecosistema consolidado parecen la mejor idea. No obstante, en la práctica es Watch OS el que ofrece un soporte más maduro, estable y dilatado, con actualizaciones robustas que llegan de forma periódica. ¿Por cuánto tiempo? El sistema operativo actual Watch OS 7 es compatible hasta el modelo Apple Watch Series 3, lanzado en 2017, es decir que con Apple actualmente nos aseguramos un soporte de en torno a cuatro años.
Hardware: RAM, procesador y almacenamiento
El de las especificaciones es un punto complejo, dado el hermetismo de algunos fabricantes en este terreno. En cuanto a procesador, en los modelos más populares como el Apple Watch, Samsung Galaxy Watch o Huawei Watch encontramos chips fabricados por ellos mismos. Otros modelos apuestan por chips fabricados por Qualcomm, ARM o MediaTek, como los Fitbit Versa, Amazfit Bit o el veterano Huawei Watch GT.
En este sentido, a pesar de la dilatada experiencia de los fabricantes de procesadores, el punto fuerte de las marcas que fabrican hardware y diseñan hardware es la optimización de ambos para aprovechar sus características.
Más que dejarse llevar por las cifras, lo mejor es apostar por proyectos consolidados que desarrollen el software y fabriquen el hardware
En cuanto a la memoria de acceso aleatorio, parece obvio que cuanta más RAM, mejor, pero volvemos de nuevo al punto de la optimización de hardware y software: no siempre una cifra más alta va a proporcionarnos más rapidez en la ejecución de varios procesos, sino que será el resultado del software ajustado a los componentes.
Respecto al almacenamiento hay que hacer algunas puntualizaciones: buena parte de los smartwatches actuales siguen vinculados al smartphone para las aplicaciones, por lo que "tiran" de su espacio. No obstante, no debemos considerarlo un asunto baladí si miramos al futuro, donde la tendencia creciente es almacenar aplicaciones propias para su ejecución independiente o archivos como canciones. En este sentido destaca el Apple Watch 6 con 32 GB de capacidad. No es casualidad que los modelos más ambiciosos de los fabricantes electrónicos integren LTE, una conectividad que dota de independencia del teléfono al permitir llamadas, como veremos más adelante.
Autonomía, la asignatura pendiente de los relojes inteligentes
Si la idea de un reloj es llevarlo puesto las 24 horas del día durante los 365 días del año y además los relojes inteligentes miden parámetros como los pasos o nuestro sueño, lo esperable sería que los smartwatches contasen con una batería enorme que nos hiciera olvidarnos de cargarlo durante mucho tiempo. No es el caso.
Al margen de modelos básicos como Amazfit Bip S (49 euros) – heredero de los "incombustibles" Bip – o de los Huawei Watch GT2 o Huawei Watch GT2e (99 euros), que rondan las dos semanas de batería, lo habitual es encontrar modelos con una autonomía que ronda un par de días. Por supuesto, se tratan de datos proporcionados por sus respectivos fabricantes, que suelen pecar de optimistas en estos datos. Así, modelos como el Sense llega a los 5 días, el Samsung Galaxy Watch 3 o el Apple Watch 6 se quedan en unos dos días.
La combinación de espacio reducido inherente a un reloj y la conectividad continuada son las responsables de esta autonomía limitada, si bien la eficiencia energética del hardware y la optimización del software también mucho qué decir.
Aunque lo ideal sería un reloj con autonomía dilatada, la tendencia del sector hacia un wearable independiente nos aboca a buscar recursos que agilicen y hagan la carga más cómoda, emulando a los relojes de cuerda. En este sentido, la carga rápida es una función que no debería tardar en llegar a estos dispositivos, quedando limitados a una "carga inalámbrica" que sigue requiriendo quitarse el reloj y apoyarlo sobre una base.
Cada vez más preocupados por la salud y deporte
Aunque pulseras y relojes llevan integrados los sencillos acelerómetros para estimar nuestros desplazamientos e incluso los wearables más simples ya nos ofrecen pasos, distancia, horas de sueño, estimación de calorías y ritmo cardíaco, la sensórica relativa a la salud gana adeptos.
En este sentido, el siguiente paso es la integración de sistemas de geolocalización como el GPS, GLONASS o Galileo, que permiten registrar de forma más precisa nuestra ubicación y desplazamiento. Si bien modelos extremadamente básicos como el Bip Lite carece de GPS, lo que nos aboca a tener que llevar siempre el móvil encima para complementar estas mediciones, ya es habitual que al menos lo integren. Y si además tenemos idea de usarlo para rutas en el monte, puede ser interesante que dispongan de altímetro barométrico, un instrumento presente en relojes deportivos de marcas clásicas del sector como Suunto, Garmin o Polar, pero también en el Apple Watch Series 6, que además lleva brújula.
Si ya es habitual que ofrezcan datos de pulsaciones, permitiéndonos además establecer límites de alarma, modelos como el Apple Watch Series 6 va un paso más allá y es capaz de generar electrocardiogramas.
Otra medición al alza es la de la saturación de oxígeno, un parámetro que ayuda a estos dispositivos a ofrecernos una idea del rendimiento de nuestras sesiones deportivas o para analizar las etapas del sueño. Así, lo encontramos en relojes inteligentes dirigidos a público "generalista" (sin especial vocación deportivo) como los Huawei Watch GT2 y Huawei Watch GT 2e o las Fitbit Versa 3 y Sense.
La clave para sustituir al smartphone: hacer y recibir llamadas
Como hemos comentado al inicio del artículo, el smartwatch nace con el ambicioso objetivo de encontrar su espacio más allá del smartphone, llegando incluso a sustituirlo en ciertas ocasiones. Una empresa difícil que aprovecha la ventaja de ser un wearable, es decir, que podamos llevarlo con nosotros en cualquier situación: al salir a correr, bajar a comprar pan, mientras estamos en la piscina…
Si quiere sustituir al teléfono, parece lógico que debe permitir hacer y recibir llamadas, algo que se puede hacer a través conectividad celular mediante bandas LTE, un estándar de comunicación que requiere la contratación de una tarifa de datos adicional para nuestro smartwatch. Algunos modelos que disponen de versión LTE son el Apple Watch (desde la tercera generación) o los Galaxy Watch de Samsung, todos ellos con 4G.
El LTE funciona a través de bandas compatibles que ofrecen diferentes velocidades de subida y bajada de datos, pero de poco vale una buena velocidad si la operadora no nos permite aprovecharlas. En este sentido, deberemos prestar atención a qué operadoras son compatibles y la velocidad máxima que proporcionan, es decir, la cobertura 4G en el territorio.
Así, es el Apple Watch el que se sitúa por delante con Orange, Telefónica y Vodafone como operadores compatibles, mientras que los Samsung Galaxy son compatibles únicamente con Orange y Movistar.
Mirando al futuro, la previsión es que tras la democratización del 5G en teléfonos (algo para lo que todavía falta un par de años a pesar de que cada vez hay más modelos), este estándar vaya llegando a los relojes inteligentes más ambiciosos. Eso sí, de nuevo volveremos a estar sujetos a la cobertura de la teleoperadora.
Más allá del avance de los estándares, los relojes inteligentes con LTE tienen como asignatura pendiente su aprovechamiento para algo más que recibir llamadas, por ejemplo poder enviar mensajes a través de aplicaciones como WhatsApp.
Olvídate de la cartera con el NFC
Siguiendo la estela del punto anterior, la posibilidad de pagar a través del reloj inteligente también confiere a este dispositivo de una funcionalidad clave para su utilidad, tanto complementando al teléfono como sustituyendo a nuestra cartera.
Para que sea posible es necesario que el reloj disponga de NFC, una tecnología inalámbrica de corto alcance que, además de pagar, permite la identificación y la sincronización con otros dispositivos. Eso sí, que tenga NFC no basta para hacer uso efectivo de este, sino que nuestro banco ha de ser compatible con sus respectivas plataformas.
Entre los modelos más interesantes que actualmente integran NFC se encuentran los Fitbit Versa 3 y Sense, Apple Watch, los Samsung Galaxy Watch, el Garmin Vivoactive 4S (265 euros) o el Fossil Smatwatch Gen.5 (254 euros).
Pero más que prestar atención a los smartwatches que integran NFC, si queremos apostar por un modelo a futuro, la clave está en sus plataformas y su cobertura: Fitbit Pay, Samsung Pay, Garmin Pay o Google Pay, empleado por ejemplo en los smartwatches de Fossil.
¿Qué entidades financieras y crediticias son compatibles con estas plataformas de pago en España? Más allá de comprobar la compatibilidad con tu banco, es interesante apostar por plataformas que ofrezcan variedad de entidades y que integren los bancos más importantes, un buen indicador para evaluar su subsistencia a medio plazo y la futura adhesión de otras entidades.
Compatibles con Google Pay: Abanca, Adyen, American Express España, Aplazame SL, Banca March, BBVA, Bankinter, BNC10, Carrefour Pass, Edenred, American Express España, Openbank, Prepaid Financial Services, N26, Boon, Sodexo, Bankia, Banco Mediolanum, Rebellion, Banco Pichincha, Pibank y boon, Bunq, Caja de ingenieros, Caja rural, Cajasur, Cecabank, Correos, Curve OS, Edenred, Evo Banco, Ibercaja, ING, Kutxabank, Liberbank, Monese, Ontinyent, Paysafe Financial Services Limited, Pibank, Pecunpay, Pleo Financial Services, Rebellion, Revolut, Sodexo, Transferwise, Verse, UAB Viva Wallet, Unicaja y ZELF
Con Fitbit Pay encontramos Banco Santander, La Caixa (Visa), Openbank, Servicios Financieros Carrefour, Revolut y Transferwise.
Compatibles con Apple Pay: American Express, Banca, March, Mastercard, Visa, bunq, Banco Pichincha, Bankia, Bankinter, Bankintercard, BBVA, Boon, Bunq, CaixaBank, Caja Rural, Caja Sur, Carrefour servicios financieros, Evo, Grupo Cooperativo Cajamar, Imagin Bank, Ibercaja, ING Caja de Ingenieros, cetelem, Colonya, Deustche Bank, Laboral Kutxa, Liberbank Banco Mediolanum, Monese, N26, Openbank, Evo Bank, Euro 6000, Orange, PiBank, Pibank, Revolut, Rebellion, Banco Sabadell, Banco Santander, Sodexo, Twyp, Unicaja, Wizink y Edenred.
Compatibles con Garmin Pay: CaixaBank, OpenBank, Banco Santander, Revolut, Transferwise y boon. de Wirecard
Con Samsung Pay son compatibles Abanca, Bankia, Bankinter, BBVA, Caja Rural, Cajasur, Caixa Ontiyent, Carrefour servicios financieros, CaixaBank, Cetelem, El Corte Inglés, Deutsche Bank, Edenred, Ibercaja, ImagenBank, Kutxabank, Liberbank, Openbank, Orange, Banco Sabadell, Banco Santander, Unicaja y WiZink.
Aunque no crece tan rápido como se esperaba inicialmente, el NFC sigue ganando peso específico en este sector y cada vez son más los usuarios que lo consideran una característica esencial por lo cómodo que resulta pagar con la muñeca, olvidándonos del intercambio de dinero en efectivo.
Personalización: correas, esferas y otros accesorios
Otra alternativa a lanzar versiones más deportivas o casual es la de permitir la personalización mediante correas y esferas, que descargan parte de la estética del modelo en el software. Por ejemplo, los modelos como Fitbit Versa o Apple Watch destacan por sus esferas.
En cuanto a las correas, tan importante como que el propio fabricante comercialice accesorios es que también lo hagan terceros, proporcionando variedad de modelos, materiales y precios. Y esto va de la mano del éxito del modelo en cuestión: cuanto más peso específico tenga ese modelo concreto, más accesorios se comercializarán.
En este sentido, los smartwatches de Samsung o los Fitbit cuentan con abundantes correas, pero si hay un smartwatch que se lleva la palma es el Apple Watch, que además con la ventaja de que las correas de modelos anteriores son válidas para modelos más nuevos, siempre y cuando la caja del reloj sea de las mismas dimensiones. La propia Apple comercializa correas de nylon, silicona, metal o incluso la lujosa Hermes fabricada en cuero, pero en el mercado también hay opciones sobrias como las de cuero o deportivas.
Artículo actualizado a mayo de 2021 con nuevos modelos, precios actuales y más información
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